Porque a pesar de que el tiempo pase...hay cosas que quedan grabadas en nuestra MEMORIA.
El cuento es de Silvia Shujer y su nombre es:
" LA CAÍDA DE PORQUESÍ EL MALVADO EMPERADOR"
" LA CAÍDA DE PORQUESÍ EL MALVADO EMPERADOR"
Hijo de Glotón segundo y nieto de un
gran Rey, Porquesí fue el gobernante más temible que hubo en las
tierras del país. Apenas asumió el mando, al morir su padre,
redactó la primera ordenanza que, en un largo bando, fue leída al
pueblo en plaza pública.
“Todo árbol de frutas que crezca en
tierras del País - decía la orden- deberá ser entregado
de raíz a este gobierno. Firmado: Porquesí.”
Sin protestar -porque nunca lo habían
hecho-, los paisanos entregaron sus árboles a las autoridades,
dejando sus propios jardines completamente vacíos. Así fue como al
llegar el tiempo de la recolección, el palacio se llenó de
incalculables canastos de fruta, con las que el emperador hizo
preparar dulces y más dulces. Tantos, que ni al cabo de largos años
logró terminar de comer. Y fue durante esos años que, descuidados y
hartos de frutos que nadie podía recolectar, los árboles se enfermaron y murieron, uno a uno, en
las tierras del emperador. Porquesí, entonces, redactó la segunda
ordenanza que, en un largo bando fue leída en plaza pública.
“Tras la inesperada muerte de los
árboles -decía la orden- y ante la falta de sus frutos, deberán
entregar a este gobierno las risas de todos los chicos que habiten el
País.”
Desde entonces, en enormes bolsas que
eran llevadas al palacio, los chicos depositaban sus sonrisas por
obligación. Con ellas el malvado emperador hacía preparar el dulce
más rico del mundo: mermelada de risas. Jalea de carcajadas
infantiles, que se convirtieron en el manjar más precioso de su
majestad. Era el dulce más dulce que se había conocido. Fue metido
en frascos y vendido a otros monarcas a precios sin igual. Sin
embargo, tanto esplendor no duró mucho: como era de suponer, pasado
un tiempo, los chicos del País empezaron a entristecerse, perdiendo
poco a poco las ganas de reír. Hasta que definitivamente
dejaron de hacerlo, y la fabricación del sabroso producto llegó a
su fin. Entonces vino la tercera ordenanza que, en un largo bando,
fue leída al pueblo en plaza pública. “Todo chico que no quiera
reírse -decía la orden- será severamente castigado por este
gobierno.” Y los fieles seguidores de Porquesí se lanzaron a la
persecución. Los chicos trataban de reírse, pero no podían.
Aterrorizados por el castigo, imitaban un sonido parecido al de las
carcajadas, que los glotones de Porquesí, sin distinguir, cargaban
en sus bolsas al palacio.
Con ellas, que eran una mezcla de miedo
y de imitación, los dulces que prepararon para el emperador
resultaron más amargos que la hiel. Más salados que una lágrima.
-¡Pueblo de traidores! Gritó entonces
Porquesí. Y armó un poderoso ejército para saquear nuevos países.
Viendo cómo su gobernante pretendía entristecer a los chicos de
todo el mundo, los paisanos se enfurecieron y, por primera vez,
decidieron enfrentarlo. La sola idea de vencer a Porquesí los puso
contentísimos. Y sin darse cuenta organizaron un festejo que de
pronto coloreó las calles del País. Como se imaginarán, tanta
felicidad despedía un olor exquisito. Atraído por él, Porquesí
quiso probar de qué se trataba. Creyó que se daría el mejor de los
banquetes. Pero apenas lo intentó un fuerte dolor de estómago lo
hizo caer al suelo. Cayó y cayó y cayó. Con tanta fuerza que jamás pudo volver a levantarse. Y
así termina este cuento. Un capítulo que en la historia universal
se conoce como la gloriosa Caída de Porquesí, el malvado emperador
de un País.
Esperamos que les guste tanto como a nosotros!!!!!! PRONTO LES CONTAREMOS QUE TRABAJOS HICIMOS CON ESTE CUENTO Y CUÁLES FUERON NUESTRAS OPINIONES